sábado, 28 de octubre de 2023

El monstruo en el armario

 Un monstruo habita en el armario, escondido entre los vestidos y los mejores modelos. Se esconde entre el miedo y las inseguridades, aguardando el momento ideal para salir y descubrir el mundo. Comparar la realidad con la percepción que tiene él de las cosas. ¿Será tan diferente? 

Un día de otoño, aprovechando un rayo de luz que entraba a primera hora de la mañana por la ventana, se arma de valor, y decide abrir la puerta lentamente. La habitación está hecha un desastre, desordenada y el suelo está lleno de obstáculos. Parece que haya pasado una gran batalla por allí. 

Sale sigiloso del armario, primero el pie derecho y luego el izquierdo. Da pequeños pasos e investiga a su alrededor. És una habitación pequeña y luminosa gracias a la ventana situada en la pared de su izquierda. Desde allí se puede disfrutar del bello paisaje. Una verde pradera y campos dorados. A lo lejos se divisa un río, y los picos de algunas montañas en los que ya empieza a aparecer la nieve. Desde el armario tenía la impresión que la realidad sería más oscura. 

Sale por la puerta y se dirige a las escaleras, empieza a descender. Trata de no hacer ruido, pero sus pies son demasiado torpes. Espera que nadie esté en casa. Sería un desastre que alguien lo descubriera. Con su aspecto, seguro que se escaparían corriendo o llamarían a la policía. 

Se encuentra una puerta abierta, parece la cocina. En la mesa alguien ha olvidado una copa. Se sienta en la silla y la observa con atención. Tiene una forma particular, es transparente y tiene un líquido dorado. Al fijarse con detalle en el interior puede ver su reflejo. Era más feo de lo que se creía. Nadie lo va querer nunca con esta cara. Aunque todos los monstruos son criaturas desagradables y poco agraciadas, ¿ no? Pensándolo bien, nunca ha conocido a otro.   

Agarra la copa con la mano derecha y juega con ella. Tiene curiosidad para probar lo que hay dentro. Solo da un pequeño sorbo, pero empieza a sentirse mareado. Quizás para hoy ya habrá sido suficiente. Se lleva la copa y vuelve a la habitación tambaleándose un poco, se siente mareado y confuso. Delante de la cama encuentra un espejo. Vuelve a observar su rostro. Parece triste, porque aún no se ha encontrado a sí mismo. Los monstruos también pueden sentirse perdidos. Todos necesitamos alguna misión. Merecemos sentirnos queridos y valorados. Incluso las criaturas más inmundas. Se queda allí delante durante horas estudiando su cuerpo, buscando algo que le guste, y que le haga sentir único, hasta que escucha alguien llegar. La puerta de la entrada principal se abre. 

El monstruo se bebe todo el líquido restante de la copa y se apresura a volver al armario. 

Segundos después una chica joven entra en la habitación. Está llorando, algo le habrá pasado. Se tumba en la cama y libera toda su tristeza a través de llantos entrecortados y lágrimas. Se siente sola como él. 

Unos minutos más tarde la chica se queda dormida en la cama. Puede escuchar su respiración nerviosa aún. 

El monstruo que se ha sentido identificado con la tristeza de aquella pobre chica, sale del armario otra vez, y se acerca a la cama. Observa su rostro fino y delicado. Puede percibir su miedo y tristeza. No será el ser más agraciado del mundo, pero al menos puede empatizar con las personas y entender sus sentimientos. 

Instintivamente se tumba al lado de la chica y la abraza. Abrazando así también sus miedos e inseguridades. 

Siente como sus almas se conectan y la respiración de la chica se va relajando poco a poco. 

Desde la cama vuelve a mirarse al espejo, y consigue descubrir aspectos de su personalidad que antes era incapaz de identificar. Unos minutos más tarde se duerme abrazado a la chica, soñando en un futuro fuera del armario, paseando por aquellos verdes paisajes con todas sus imperfecciones y donde el mundo lo acepta tal y como es. 


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