martes, 23 de febrero de 2021

Una melodía

 Una canción hizo que me cuestionara quién era, y que hacía aquí. En plena crisis existencial, me fundí en el universo como si fuera una flecha, disparada con una precisión metódica y desaparecí del mundo sin dejar rastro. 

Todo mi entorno se desvaneció en un instante, como si arrojara cenizas en el aire. 

Pasé por otras dimensiones, donde presencié cosas alucinantes, un viaje astral a los orígenes de la humanidad. 

Desde aquí puedo ver el mundo con perspectiva, escucho con atención y sin prisa. Como echaba de menos, poder dedicar tiempo a entenderme. Y reflexionar sobre quién me gustaría ser en este momento. 

Me perdí en la propia realidad. Porque es tan simple y compleja a la vez. A primera vista, parece fácil de entender. Como un ejercicio que has repetido infinidad de veces. Pero si te fijas con más atención, descubres que hay algunos matices que habías pasado por alto, y te encuentras con infinitas posibilidades. Sin una solución correcta.

Todos somos científicos, porque tratamos de salir del laberinto, pero es un viaje que dura toda nuestra vida. Y tal como ocurre con la ciencia, nunca terminas de aprender. 

¿Y ahora qué? Dentro de esta dimensión desconocida, empiezan a aparecer las dudas ¿Y si esto no está pasando, de verdad? Quizás es todo un sueño. Pero parece tan real... Lo puedo sentir por todo mi cuerpo. 

Acostumbrado a los grandes focos de las ciudades y al rumor de las masas, me siento desnudo ante la ausencia de ruidos. 

Escucho el silencio. ¡Que maravilla!. Todo lo que se concentra en esta dimensión forma parte de mí. Estoy en mi máxima expresión. Nada me influencia. 

Una voz interrumpe mi introspección. - Rápido, piensa lo que quieres ser esta noche. Se nos acaba el tiempo. - 

  • Quiero ser como la preciosa melodía que me arrastró hacia esta dimensión. Que encendió la luz en mi interior, actuando como un hechizo en el momento adecuado. - Respondí.- Porque, ¿hay algo más bonito, que la humildad? Reconocer que aún nos queda un largo camino por recorrer, y provocar el anhelo, de seguir creciendo paso a paso, Como las plantas. 

Porque la música no entiende de odio, ni de envidias. Es tal como es, en su esencia más pura, y fluye como el río. Y así, sin muchas pretensiones, es como nos seduce. A todos los seres humanos, acostumbrados a vivir en un mundo cada vez menos real, nos gusta la pureza y todo lo que sale del alma.   

Mi dimensión se comprime, y siento una transformación en mi cuerpo. Me convierto en una secuencia de notas musicales. No me puedo escuchar, pero sé que seré como mínimo un himno universal. 

Soy lanzado a toda velocidad hacia otra dimensión y entro en otra persona, para conectarla con su interior.


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