Los trobadores llegan a la ciudad al amanecer. Los habitantes hoy despiertan llenos de emoción, por escuchar nuevas histórias, que les permitan soñar, y les trasladen a tierras muy lejanas. Aunque sólo sea en su imaginación. Sienten curiosidad para saber como viven en el norte del continente, que tradiciones siguen, y si allí también hace tanto frío.
Estan ansiosos para ver los atrevidos disfraces y escuchar las divertidas histórias de los trobadores, que romperan la monotonía de sus tristes y aburridas vidas, aunque sea sólo por unas horas.
Muchos ciudadanos guardan algunas monedas, como recompensa por el entretenimiento, a sabiendas que los trobadores se crecen cuando escuchan el sonido de las monedas caer en sus sombreros, y cantan canciones hasta que se pone el Sol.
Algunos de los habitantes más pobres salen a la plaza solo para sentir el poder de tener dinero, o imaginarse que son reyes o reinas de alguna poderosa nación, sintiéndose como los protagonistas de las canciones. Los más ricos, se paran a la plaza para valorar todo lo que tienen, para escuchar canciones sobre gente pobre, que tiene que trabajar muy duro para llegar a fin de mes. Esto les hace acordar de lo que les costó llegar donde se encuentran ahora. Y empatizan con los pobres que se congragan en la plaza.
Las diferentes personalidades y grupos de personas se van uniendo a la multitud. Los más excéntricos y los más discretos. Todos juntos viven las mismas histórias de diferentes formas, pero les hace ver más allá de la realidad. Entienden que hay un mundo más extenso y complejo que el suyo, muchas personas que viven de formas muy distintas a ellos, pero esto no les hace ni mejores ni peores.
Las diferencias conviven en la plaza, y los habitantes se miran los unos a los otros con indagación. Las canciones de hoy, les han despertado la curiosidad para conocer más a sus vecinos. A los desconocidos que se topan por la calle, quizás el gran afán para conocer a los extranjeros del norte del continente, ha impedido que se relacionasen con los otros habitantes del pueblo.
El Sol se pone, y la música se diluye al mismo tiempo que la luz del día. Los trobadores recojen sus instrumentos, y cargan sus bolsillos con las monedas que han recibido en esta existosa jornada laboral, para seguir su camino hacia otras ciudades.
Los espectadores, empiezan a hablar los unos con los otros, y se quedan todos a la plaza, para ellos la velada aún no ha terminado. Estan disfrutando conociendose los unos a los otros, y descubriendo las personalidades tan opuestas a las suyas. Nunca se habian sentido tan bien.
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