miércoles, 11 de octubre de 2017

Los árboles

Los hombres caen en el campo de batalla, pero los árboles siguen de pie, esperando pacientemente el fin del conflicto. Observan con tristeza la carniceria que los merodea.
Se miran los unos a los otros sin saber que hacer. Nadie se atreve a dar el primer paso. Algunos estan aterroziados por el sonido de los cañones.
El último batallón de soldados se lanza ferozmente contra el multitudinario ejército del enemigo. Todos ellos son conscientes que aquello es un suicidio. Aquella batalla está perdida desde hace ya mucho tiempo. Pero prefieren morir con honor, antes que tener que volver a casa derrotados y cabizbajos. Quieren que sus famílias sepan que murieron como hombres de verdad. Luchando por su pátria. Y el país les haga un homenaje, como es debido con los héroes de su talla.
Todos ellos son abatidos en menos de media hora.
Empieza a caer la noche y el único rastro que queda del sangriento combate que se acaba de librar, es la respiración desbocada de los pocos heridos que aún restan con vida, esperando una muerte rápida e indolora.
Los árboles murmuran entre ellos. Se palapa la tensión en el entorno. Después de una breve discusión, el que parece más viejo, levanta sus raíces del suelo con dificultad y empieza a andar, echa un vistazo rápido a la zona para asegurarse que se encuentran fuera de peligro, y avisa a los otros para que lo sigan. Uno a uno van levantando sus raíces del suelo, y se van acercando al otro árbol.
La tierra tiembla cuando andan, y un extraño sonido resuena por todo el bosque. Són sus llantos.
Lloran, porque estan hartos de tener que huir de tierras y campos infectados por la sangre de los avariciosos hombres, se han cansado de ver los hombres matarse, por tesoros o territorios estratégicos. No quieren escuchar más el sonido de los cañones, ni de los soldados caer muertos al suelo. Todo esto afecta sus sentimientos y emociones. Los humanos se creen, que sólo están ahí, para hacer bonito, y para que ellos puedan pasear por estos verdes y frondosos bosques.
Pero ellos también se sienten parte de este mundo, y se les encoge el corazón viendo tanta violencia y crueldad.
Huyen hacia tierras tranquilas, donde puedan reírse e incluso bailar. Donde los pájaros canten sin miedo a ser cazados, y los hombres vivan en el bosque con pequeñas casas de paja, y les agradezcan su cobijo en días de lluvia y su sombra en los días soleados.  

A pesar de todo lo que acaban de ver, miran al horizonte con ilusión. Están convencidos de que pronto van a encontrar un hogar tranquilo donde podrán continuar sus vidas felizmente sin interrupción.

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