jueves, 7 de diciembre de 2017

Trozos de papel

Los aviones vuelan bajo. Planean sobre la ciudad de papel que hemos construido.
Sueños perdidos en la noche de Navidad, que buscan nuevos dueños. Todo aquello que dejamos morir lentamente, quedó enterrado debajo la arena de las playas que nos inventamos en tiempos en que la creatividad asomaba por la ventana. - ¿Y ahora que? - Me preguntas. Sinceramente no tengo ninguna idea brillante, pero me dedico a improvisar, me dejo de cuentos, y sorteo la situación. No podemos seguir engañándonos. Esta no es la realidad en que vivimos. Nuestro mundo imaginario ha terminado. Desde la torre principal de nuestra ciudad de papel vemos como un avión pierde el rumbo, y se aproxima a nosotros a toda velocidad. No podremos escapar. El choque va afectar los cimientos de toda nuestra metrópolis. Se va a hundir en las profundidades de la Tierra.
Tú te asustas y activas todas las alarmas, pero la ciudad está en silencio, esperando impaciente su final. Un desenlace que era predecible.
El avión impacta estrepitosamente contra la torre donde nos encontramos. Trozos de papel empiezan a caer del techo, y todo empieza a temblar.
Me pides que haga algo, que aún estamos a tiempo de salvar todo lo que hemos construido. Pero yo lo único que puedo hacer es acercarme un poco más a la ventana, ver como la ciudad se derrumba a nuestros pies, y esperar impaciente la caída de nuestra magnífica torre.
El fuego empieza en el piso superior, en cuestión de segundos va llegar a nuestro emplazamiento. Ya puedo percibir el calor de las llamas, se acercan con una velocidad desmedida.
Ya no me acuerdo de lo que me espera, cuando las llamas nos alcancen, pero me he cansado de esconderme en este mundo irreal.
El fuego llega a nuestra ubicación y quema todo lo que tenemos alrededor, veo como ardes en cuestión de segundos.
  • Nos vemos en el mundo real, listos para afrontar los problemas.- Te digo, antes de que desaparezcas con una llamarada. Yo cierro los ojos, y espero mi momento.


Despierto en un pequeño cuchitril, iluminado sólo con una luz incandescente. El desorden predomina, y un fuerte olor a cerrado, se ha apoderado de espacio, abro un poco la ventana, y veo todo el bullicio de las calles, alguien está aporreando mi puerta estrepitosamente, y me grita cosas indescifrables. Nada de esto me suena familiar. Debo haber estado mucho tiempo soñando, pero tengo que ponerle remedio a esta situación.
Empiezo a ordenar la habitación, y abro la puerta, una mujer de mediana edad, empieza a hacerme múltiples preguntas, que soy incapaz de responder. Me despido de ella, y salgo a la calle. Está muy enfadada, aunque yo desconzco el motivo de su enojo.
La urbe me parece un caos. Incluso me siento inseguro, pero me apetece enfrentarme al mundo real. Nuestra ciudad de papel era demasiado perfecta. No tenía ningún peligro ni irregularidad. Vuelvo a sentir ganas por vivir, y la adrenalina corre de nuevo por mis venas a toda velocidad.
Avanzo entre la multitud, para encontrarte. Pero la cantidad de gente, que hay es enorme. Me acuerdo de como te gustaban las torres. Siempre querrías estar en el punto más alto de la ciudad. Desde donde pudieras observarlo y controlarlo todo. Y me dirigo al edificio más alto de la metròpolis. Allí delante plantada estás tu. Alucinando con la altura de esta torre. Una de verdad. Te toco la espalda y te giras sobresaltada. Necesitas unos segundos para reconocerme, pero te alegras mucho de verme. Aún tienes algunos trozos de papel quemado en tu ropa, te los limpio, y me guardo uno de recuerdo en el bolsillo. Tomo tu mano, y te susurro en el oído:
  • Vayamos a descubrir el mundo.

Y nos perdemos entre la multitud como si siempre hubiéramos formado parte de ella.

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