miércoles, 16 de agosto de 2017

Mi secreto y yo

Guardo un secreto detrás de mis orejas. Se camufla con el canto de los grillos y las cigarras, y se despierta sigilosamente con la luz de las velas que enciendo en las solitarias noches de verano.
Són tiempos difíciles para soñar, pero yo invito a mi secreto a tomar una copa, a cerrar los ojos y compartir nuestros sofisticados sueños.
Él va saltando cada vez que aparece alguna de mis paranoias, y a mí se me escapa un sofocado grito cuando su miedo a ser descubierto,irrumpe en em camino.
Luego lo veo a él corriendo por la pradera, cantando canciones de libertad y rodeado de águilas, dispuestas a hacerlo volar por el despejado cielo primaveral. El arco iris ha salido después de la tormenta, y el Sol brilla en el horizonte.
Yo en cambio sigo atrapado debajo las grises nubes de otoño. Un gran charco me separa de los olores de primavera, los cuáles me llegan desde el sueño de mi secreto. Me imagino como serían estos campos florecidos, y como los mirabeles se moverían en busca del Sol.
En mi sueño el suelo está lleno de hojas de distintos colores, y los paisajes són preciosos, pero me ponen nostálgico y me hacen sentir solitario. Así que cruzo el charco, ensuciando mis zapatos de barro, y entro en el sueño de mi secreto. Al principio él no me quiero dejar pasar, porqué dice que es su sueño y no me pertenece, pero yo le chantajeo con descubrirlo ante todo el mundo,  él acepta a regañadientes, y me pide que no le moleste y le deje disfrutar de esta maravilla. Las águilas lo agarran por los brazos, y lo hacen volar. Él sonríe y me saluda desde las nubes. Una águila baja a mi alcance y me hace volar también. Yo me agarro con fuerza, por miedo a caerme, pero luego recuerdo que estoy en un sueño y me dejo llevar. Cierro los ojos y escucho el viento y las águilas cantar. Siento la libertad silbando muy cerca de mí y me emociono hasta el punto que mi mano se resbala y caigo en el lago sobre el que estábamos volando. Me despierto en el comedor con la copa de vino medio llena en la mano, y mi secreto roncando enfrente. Su copa sigue vacía. Lo quiero despertar, pero un pájaro en el ventanal llama mi atención, me susurra: shhht, y me guiña el ojo.

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