El tren está atestado de gente. Es hora punta, y numerosos empresarios y estudiantes, se congregan en los vagones. Hace un calor horrible aquí dentro, y aún faltan diez paradas para llegar a mi destino. Me siento extraño entre estos hombres que visten lujosos trajes, y que afilan diariamente sus mocasines. Creo que algunos de ellos me miran de forma extraña. Se creen superiores. Pero yo mantengo la compostura, y saco a relucir el agujero que me hice ayer a los pantalones, jugando a fútbol con unos muchachos del barrio.
El más repeinado de todos, tose con desprecio e incomodidad cuando lo ve.
El tren se detiene en la siguiente estación , y algunos encorbatados,llegan a su destino, otros bajan para dar paso a nuevos pasajeros, y luego vuelven a subir con su expresión malhumorada. Miro al suelo y sólo veo mocasines. Detrás de mí, pero aparecen unas sucias zapatillas blancas, escritas por todas partes. Voy subiendo la mirada y descubro unas piernas femeninas con unos cuantos tatuajes, y una falda muy corta. Lleva un piercing en la nariz, y el pelo teñido de un azul bastante llamativo.
Su rostro parece divertido, lo adivino con la sonrisa que se le escapa en sus delicados labios.
Unos cuantos repeinados la miran sin discreción, otros disimulan fingiendo utilizar sus celulares. Ella es consciente de que está siendo la atracción visual del vagón, y se sube un poco la falda, enseñando las bragas a todos los presentes. Todos los ojos se mueven curiosos hacia la misma dirección. Algún repeinado más sofisticado empieza a toser con nerviosismo. Pero ella ni se inmuta, sigue con la falda levantada, hasta que llegamos a la siguiente estación. Allí sonríe victoriosamente, se baja un poco la falda, recoge su bolso del suelo, y baja del tren, ensuciando los mocasines de los repeinados, con sus zapatillas llenas de barro. Una vez fuera, se quita los zapatos, los tira a la basura, me guiña el ojo, se despide con la mano,y se va descalza.
Me pregunto quien será esta excéntrica chica que ha volteado la rutina de este vagón un jueves por la mañana. Ahora ya no me siento tan solo, rodeado de todos estos trajes y corbatas.
viernes, 18 de agosto de 2017
Excentricidades casuales
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario