sábado, 15 de julio de 2017

Estaciones mentales

Sueño con días en los que el mundo se destiñe con mis suspiros. Como una vieja foto en blanco y negro en el salón, mis recuerdos se conservan enmarcados en el fondo de mi corazón.
Trozos del arco iris que rompí con mis llantos, están esparcidos por el valle. Los recojo uno a uno procurando no cortarme, y los entierro en el jardín, delante de mi ventana favorita. Desde la cuál  contemplaba la lluvia caer en los días tristes, y observaba como se ponía el Sol en verano. Desde allí podía ver como las luciérnagas iluminaban el camino que conducía al río, y las cigarras le cantaban canciones a la luna perezosa. Incapaz de imaginarme las noches sin aquella preciosa melodía, la guardé junto con mis recuerdos, por si algún día las cigarras se cansaban de cantar. Incluso la reproducía dentro de mi cerebro en las frías noches de invierno en que tenía miedo. Me ayudaba a conciliar el sueño.
Los colores de otoño pintan el bosque, y le dan más diversidad a mis pensamientos. Mi mente viaja rápido, a la velocidad del viento que levanta las hojas caídas. A menudo tengo que frenarla y hacerla retroceder, rebobinar el verano, y vivirlo más lento. Tal y cómo Dios manda. Mientras reproduzco las imágenes descubro todo lo que pasé por alto. Y vuelvo a vivirlo de una forma más relajada. Echo un vistazo al cielo y me doy cuenta que hoy está virgen de estrellas.  Quizás eso es lo que me hacía sentir tan perdido. Voy a mi habitación, y rebusco dentro del armario, hasta que en el fondo de un cajón, envuelta en una vieja camisa de trabajo, encuentro la estrella que atrapé el verano pasado desde mi tejado. Le quito el polvo, hasta que consigo que brille de nuevo. Subo a la terraza y la lanzo a la oscuridad de la noche. Unos segundos más tarde , empieza a parpadear en el cielo. Como la luz de un faro en una noche de niebla , despeja el camino hacia mi mismo.

viernes, 7 de julio de 2017

Afortunado

Senderos rurales, atestados de vegetación que me conducen al nivel espiritual más elevado.
El sonido del viento soplando con delicadeza entre los árboles y las dulces melodías que cantan los pájaros más exóticos me producen una sensación de intimidad conmigo  mismo.
Mis pies siguen la senda de la montaña. Aún se conservan algunos restos de la nieve caída el pasado invierno. Subo sólo para observar el anochecer y comprobar que todo sigue tal como lo dejé la última vez.
Una ardilla curiosa me acompaña durante la primera parte del trayecto, hasta que encuentra un par de bellotas con las que entretenerse, y se pierde en las profundidades del bosque.
Una vez en la cima busco el viejo autobús abandonado y entro con cuidado. El techo sigue muy lastrado a causa de las torrenciales lluvias de otoño. Me tumbo en la cama provocando un fuerte crujido. A pesar de los años que tiene, sigue siendo el catre más cómodo sobre el que me he estirado nunca.
Leo las citas que hay apuntadas en la pared, y trato de memorizar las que me resultan más llamativas. Miro la hora y me doy cuenta que ya falta poco para que anochezca. Hoy hay luna llena. Me apresuro para llegar al punto más despejado de la montaña, y hago un potente silbido para llamar a Goonie, el perro salvaje que habita estos bosques. Escucho sus pasos ágiles aproximarse, hasta llegar a mi posición. Se sienta a mi lado, y espera impaciente a que sea la hora  exacta para aullar con todas sus fuerzas, al mismo tiempo que sale la luna. Me acerco un poco más a él, y acaricio su lomo hasta que se duerme en mis pies. Me siento afortunado

lunes, 3 de julio de 2017

Canciones para el Sol

Noches en que las estrellas se esconden. Voces familiares resuenan en el valle,y las luciérnagas iluminan los senderos abandonados que conducen al lago helado. Allí donde alguna vez nos desfogamos y retomamos el rumbo de nuestras insignificantes vidas. Que recuerdos. El tacto de tu piel era tan frío como la nieve sobre la que andábamos . Buscábamos algo especial, apartados de esta sociedad que se derrumbaba a nuestras espaldas. A medida que avanzábamos, notaba un hormigueo en el estómago, y mi mente se abría como una flor en primavera. Te miré de reojo, y en la expresión de tus ojos pude ver que tu sentías lo mismo. Estábamos tan sincronizados...
No sé durante cuánto tiempo anduvimos, pero a mi me pareció una eternidad. Toda la transformación que se desarrolló en  mí me dejó muy fatigado. Tú también estabas cansada, me di cuenta escuchando tu respiración desbocada.
Paramos a un pueblecito de montaña a descansar. Todo estaba tranquilo y relajado allí, lejos del bullicio y las aglomeraciones de las grandes metrópolis. No faltaba mucho para que saliera el Sol. Así que aguardamos el amanecer en el porche de una casa que parecía inhabitada. Aquel día pero el Sol se quedó a dormir más de la cuenta, y para matar el tiempo, empezamos a escribir una canción para despertarlo de aquel sueño tan profundo. Yo escribí la letra y tu la música. Una vez terminada se la cantamos a coro. Era tan bonita que conseguimos desvelarlo. Las últimas notas fueron acompañadas del nacimiento de un nuevo día. Fue algo maravilloso.
Ahora estoy tumbado en la cama de una habitación de hotel. Iluminado por una pobre luz incandescente. Detrás de la ventana puedo contemplar la oscuridad de la noche. La luna apenas brilla hoy. Trato de cantar nuestra canción a ver si el Sol despierta antes de lo previsto, pero parece que mi voz solitaria no es lo suficiente potente para llamar su atención . Si por casualidad te encuentras cerca y escuchas mi canto, únete a él y ayúdame otra vez a desadormecer el Sol.

Histórias en el mar

NiHoy he decidido perderme por ahí. Darle una oportunidad al misterio y rellenar mi vida con algunos interrogantes.
De camino a la aventura me cruzo con algunas personas peculiares, incluso se podría decir estrafalarias.
Encontré un sentido distinto de las cosas. Como una dimensión invisible a simple vista que gira a mi alrededor. Escucho el sonido del mar. Las olas repican a mi espalda y las gaviotas despiden los últimos rayos del Sol con tristes canciones, cuyas letras nadie recuerda desde hace ya mucho tiempo.
Mis pies están enterrados debajo la arena de la playa, y yo disfruto de su cálido tacto.  Esa sensación me produce una enorme relajación. Incluso me quedo medio dormido.
El ritmo de mi respiración, va acorde con el sonido de las olas. La história acaba de empezar y yo sigo aquí, plantado delante del océano infinito, sin tener ninguna prisa por terminar. Sólo disfruto del descanso.
Sigo mi camino y aprovecho las adversidades que se me presentan. Aprendo a adaptarme a las circunstancias, y hoy por fin consigo disfrutar de la paz que transmite este momento.
Llega la noche, y trato de no despistarme, de seguir la misma línea. Para evitar quedarme demasiado tiempo dormido, me dirijo a la orilla del mar y empiezo a nadar. Espero a que salgan la luna y las estrellas, y tumbo bocarriba sobre su reflejo. Ellas me arropan y me dan algo de calor. El verano se acerca y yo sigo otra vez por ahí perdido. Muy lejos de casa y apartado de los míos. Deseando encontrar alguna estrella dispuesta a llevarme de viaje a un sitio alucinante, donde las campanas de la eternidad, suenen eternamente.

domingo, 2 de julio de 2017

La contraposición de Dios y Satanás

Una hoguera arde hoy en el cielo. Dios ha confesado todos sus pecados y se ha arrojado junto con su corrompida alma en el Lago de Fuego.
El espectáculo ha sido digno de ver. La pirotécnica ha destruido todo el paraíso y no ha dejado lugar para los santos.
Satanás observa toda la escena desde el Jardín de Edén. Parece aterrorizado. Les ordena a sus diablillos que dejen de comer manzanas del árbol de la ciencia, y tratan de buscar un refugio donde poder ocultar sus colas y sus cuernos. Se avergüenzan de ellos mismos, y ven su reflejo por todas partes. Han perdido el control. Quieren volver al infierno, donde nada está prohibido, ni nadie se ruboriza de sus defectos e imperfecciones.
Unos pocos ángeles supervivientes a la explosión, se alzan encima de las runas del paraíso, moviendo las alas con dificultad. Desde estas alturas se puede apreciar el caos en el Jardín de Edén.
Se miran los unos a los otros sin saber que hacer , hasta que uno de ellos baja hacia donde se encuentran los pobres diablillos atemorizados, agarra a Satanás por los cuernos, y lo arroja en el Lago de Fuego,esperando que este baje al infierno y se quede allí eternamente. El acto curioso es que el Diablo se queda allí atrapado, sin poder hundirse ni volver a salir. De repente una mano de Dios sale a la superfície del lago, con la otra sostiene la cola de Satanás impidiendo que este se reuna con él en el Infierno. Ahí debajo se está mejor de lo que le habían dicho. Se vive una vida más pura y relajada que en el paraíso. Le pide al ángel que devuelva a Satanás al Jardín de Edén, que le libere a él y a todos sus diablillos de la humillación sufrida, y que los deje vivir en paz, y comer todo lo que quieran sin ningún tipo de restricción. El ángel obedece a regañadientes y vuelve a situar a Satanás en el jardín. Acto seguido sus alas desaparecen y le salen cuernos y cola. Por un momento se avergüenza de sus nuevas imperfecciones, pero luego se acuerda de las palabras de Dios y empieza a comer manzanas del árbol de la ciencia junto con los otros demonios.