domingo, 5 de marzo de 2017

Canciones y diarios

Arde el mundo que inventamos en nuestra infancia. Aquellos sueños, que construimos juntos, ya no son más que cenizas debajo de las llamas de esta hoguera. El fuego y el calor han derretido los últimos deseos que compartimos. Cada uno sigue su camino, y en la cima de las montañas que escalamos, tratamos de distinguir la posición del otro. Pero es un punto invisible en el espacio. Una incógnita, como el mismo futuro. Dónde acamparé mañana? Quizás en el mismo bosque que tú. O quizás cerca de mi próxima casa. El mundo va escribiendo nuestro diario, y nosotros vamos pasando las páginas con cuidado. Me pregunto, si en alguna de las siguientes frases que lea, va a aparecer tu nombre detrás del mío. La vida avanza a la velocidad de la luz, y yo soy incapaz de seguir su ritmo, así que me tumbo a observar, los pequeños detalles, trato de enamorarme de nuevo, de todo lo que me encuentro, de los árboles, de las piedras, o del cántico de los pájaros. De lo que me relaja, y lo que me identifica. Me siento tal y como soy, y permito que mi alma bostece. Todo lo que fuímos y lo que llegaremos a ser, me resulta indiferente. Pero y ahora qué? Cómo me defino, en este momento? Conozco mi naturaleza, y las directrices que sigue mi instinto humano? Cuáles son mis sentidos más desarollados?
No tengo prisa, cierro los ojos y escucho mi corazón latir. Descubro la perfecta pulsación que sigue mi mayor órgano vital. Nunca pierde el ritmo. Siempre va acorde con mi cuerpo. Me sumerjo en la majestuosa música, y me siento parte de ella. Distingo los instrumentos que participan. Cada uno tiene su importancia, en la canción. Todos son necesarios para conseguir la perfecta sinfonía que guía mis pasos.
Estoy tan concentrado  en la melodía que la siento por todo mi cuerpo. Me transmite una enorme felicidad, y involuntariamente, empiezo a bailar. Tengo los ojos cerrados, pero no temo caerme, ni golpearme con nada. Me limito a seguir mi instinto, y me conecto con el mundo y todo lo que me rodea. Doy vueltas por el entorno, y salto como un niño. Todo esta energía que hay aquí en este lugar, recorre mis venas y impide que pare de bailar. Estoy en un momento de auge. La canción llega a su parte más emotiva, me envuelve una aura de adrenalina que mueve mi cuerpo. Pero de repente algo choca conmigo, y corta toda mi euforia.
Abro los ojos, malhumorado, y la veo a ella de nuevo. Sus ojos brillan como dos estrellas, y su pelo es mucho más largo que la última vez que la ví. Me entrega una urna que contiene las cenizas de nuestro anterior diario, me ofrece uno de nuevo, con todas las páginas en blanco y desaparece en el bosque.  

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