lunes, 8 de diciembre de 2014

La caja de los recuerdos

Me encontraba sentado en el salón rodeado de gente desconocida. No conseguía recordar cómo había llegado hasta allí. Y es que muchas veces te preguntas como puede ser que los caminos largos sean los que siempre nos llevan a la victoria. Sé que no es fácil resistir la tentación de sentirme una víctima de mis sentimientos. Pero también sé que soy capaz de enfrentarme a mí mismo.
Estoy fuera de mi lugar habitual, pero hay algo dentro de mí que me obliga a quedarme. Me da una oportunidad de observar mi mundo, sentado boca abajo en la rama de un árbol, para desarrollar un sexto sentido dormido en mi cerebro.
Paso noches en vela escribiendo canciones sobre mi pasado, y durante el día me duermo encima mis planes de futuro. Colgados de los tejados persiguiendo sombras andan los viejos sueños sobre largos viajes en solitario, fantasías bajo el sol.
Si consigo llegar a calcular el nivel de mi equilibrio mental, puede que esta noche me quede a dormir a tu lado, pero estoy seguro que eso sería una carga demasiado pesada para mi cuerpo. Así que prefiero seguir durmiendo solo con la luz de luna. Dulces noches llenas de curiosidades, puede que hoy me lleven al otro lado del río. Quizás así no me sienta tan perdido. Bajo las aguas de este río se esconde mi destino, una brújula desorientada y una caja llena de viejos recuerdos. Puedo esconderme detrás de la noche y observar como cambian las estaciones, como avanza el tiempo, y no envejecer.  
Si te cuento mis miedos, no te quedes parada delante de la diana. Debes avanzar y centrar tus objetivos. Mírame fijamente, que te ha llevado aquí? Aún necesitas que te resuelva tus dudas sobre la existencia humana? O prefieres quedarte acurrucada delante del fuego, hipnotizada por las cálidas llamas, que se reflejan en tus ojos, invadiendo tu cuerpo de ignorancia.
Ahora es el momento de salir por esa puerta, y enfrentarme al frío exterior. Buscar un refugio seguro para mis sentimientos. Guardar mis recuerdos en una pequeña caja en forma de corazón, y esconderla debajo de mi pecho, con una tarjeta que diga: Solo para ocasiones especiales. 

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