¿Qué hay en el otro lado? Allí no importa el espacio ni el tiempo. Los sentimientos se funden en la oscuridad como la débil llama de una vela antes de apagarse. Y puedo escuchar el viento soplar con suavidad, que me susurra secretos al oído.
Me encuentro conmigo mismo. Con mi yo más puro y espiritual. Y todos mis recuerdos se concentran en mi mente, y se iluminan como una luciérnaga en una noche de primavera.
Me siento tan ligero como una pluma. Veo rastros de estrellas fundiendose en la oscuridad, como si fueran sueños que se han desvanecido cansados de esperar a que alguien luchara por ellos. Intento encenderlas de nuevo, para que vuelvan a brillar. Aún no estoy preparado. Por esto sigo atrapado en el otro lado, en la profunda oscuridad. Desde allí escribo mis canciones, buscando un sentido a mi existencia. Sin perder la cordura, trato de entenderme. Encuentro las palabras que me definen, y escucho los sonidos que más me atemorizan, para aprender a convivir con ellos. Vuelo alto para familiarizarme con este mundo desconocido, que también forma parte de mí.
Cuando pierdo la concentración, veo luces artificiales del mundo terrenal, y escucho un ruido ensordecedor. Tengo que luchar contra la gravedad para que no me arrastre;antes tengo que comprender todo lo que ocurre en mi interior. El principio del todo, la respuesta a mis preguntas, y la solución a la mayoría de mis problemas.
Parece simple, pero hay demasiados estímulos que me alejan de mi parte más pura.
Buscando el norte entre tanta oscuridad, escucho el sonido del río, y dirigo mi rumbo hacia él.
Al llegar a la orilla encuentro una pequeña barca de madera. Sin pensarlo demasiado me subo, y sigo la corriente. Me dejo llevar. A lo lejos puedo vislumbrar un puerto. Distingo sus luces en la distancia.
Quizás allí encuentre la llave de la puerta al equilibrio entre el mundo terrenal y el espiritual
Me voy acercando despacio, como una hormiga volviendo a su nido. Veo mi rostro reflejado en el agua y empiezo a reconocerme. Una estrella fugaz brilla en el cielo y mis reflejos consiguen atraparla al vuelo. La mantengo apretada dentro de mi mano para que no se me escape.
Llego al puerto, dejo la barca amarrada, sin saber lo que me voy a encontrar aquí, tengo un nuevo sueño por el que luchar, y esta vez no voy a dejarlo escapar.
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