miércoles, 23 de febrero de 2022

El armario de las emociones

 Me considero una persona ordenada. Tengo un armario para guardar todas mis emociones. Clasifico mis sentimientos en los diferentes cajones: para la nostalgia, el amor, la tristeza, las dudas, inseguridades…

No me gusta descartar ninguna de ellas. Porque todas forman parte de mi. 

De vez en cuando, hay algunas situaciones de la vida, que requieren revisar mis viejas emociones. Agudizar el olfato y elegir la que me queda mejor en aquel momento o la que me provoca una mejor sensación. Para poder aprender de los errores del pasado y mejorar, o incluso revivir los momentos más especiales.  Y cuando le pierda el sentido a la vida, recordar que es lo que me mantiene vivo. Y reemprender el rumbo. 

Antes de salir a la calle, abro mi armario y elijo mis emociones con cuidado. Me gusta mantenerlas limpias y ordenadas. Para sentir su pureza y vivirlas con más intensidad. 

Puedo cambiar de emoción varias veces al día. Según avance la jornada, vuelvo a mi habitación, abro el armario, y eligo la que más me identifique. También tengo un cajón para nuevos descubrimientos. Allí guardo todas aquellas que van apareciendo por sorpresa, en momentos inesperados, y que provocan un fuerte impacto en mi vida.  

Hay algunas que solo me las pongo en las ocasiones más especiales, en momentos de máxima introspección, que no comparto con nadie. Son mis emociones más sagradas, porque a veces las más profundas pierden toda su magia, cuando las expresas en voz alta. Son las que se viven desde el corazón, como si fueran un tesoro muy preciado.   

Mi armario también cuenta con un espejo en la puerta, es un elemento imprescindible. Antes de salir a la calle, siempre analizo y compruebo que voy vestido con aquellas emociones que me identifican. Mantengo mi esencia y no me dejo llevar por las corrientes. En este mundo, que cada vez avanza a pasos más agigantados, se vuelve muy complicado ser uno mismo. La velocidad con la que vivimos nos roba el tiempo para el autoconocimiento, olvidando la importancia de gestionar nuestras emociones. Así que, he decidido tener un armario de las emociones para poder conocer y entender todo lo que se mueve en mi interior. Aunque a menudo sea imposible encontrarle un sentido, lo guardo todo para que quizás más adelante, en un momento de mayor madurez, sea capaz de vestirme con emociones que ahora están llenas de polvo en el fondo del armario. 


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