Puedo
distinguir tu silueta en medio del camino. Sigues indecisa. Que
dirección debes tomar te preguntas. Tu orgullo sigue intacto, o
quizás se está degradando con el paso del tiempo? Tu corazón se
abre, hasta descubrir
toda
clase de sentimientos diferentes que te permiten comprender a todos
los que te rodean.
Puedes
sentir compasión, y eres capaz de llorar, de imaginar el dolor que
sienten tus seres queridos, y también el de tus enemigos. Este hecho
te impacta tanto, que eres incapaz de hablar durante unos minutos. Te
das cuenta que a veces las palabras pueden herir más que un cuchillo
afilado.
Así
que se me acercas, tomas mi mano me miras a los ojos, y me pides
perdón.
Tengo
un buen recuerdo tuyo guardado en mi bolsillo. Antes de volver a casa
lo voy a enterrar en nuestro lugar secreto. Cavaré un hoyo en la
arena, y arrojaré todas las cartas que te escribí durante los
cálidos días de lluvia. Subo al último velero que sale del puerto
para apagar el Sol, y encender la luna, mientras escribo todos
aquellos poemas que fui incapaz de enviarte.
Escapo
lentamente, la hoguera que encendí en la playa se apaga, y tu sombra
se desvanece debajo la oscuridad.
Disfruto
de la soledad, y de la tranquilidad del momento. Las olas golpean
suavemente el barco, y la luz de la noche ilumina mi silueta estática
encima de la cubierta. Caigo en un sueño profundo, que me lleva de
viaje a un lugar increíble. A una isla desierta, llena de personas
que se preocupan por mi, y me cuidan en los malos momentos. Me siento
bien con cada uno de ellos, aunque sean tan diferentes los unos de
los otros. Lo que más me sorprende es que sus miradas son tan
sinceras, y confían en mí, haga lo que haga. No entiendo como
pueden ser tan optimistas. Su comportamiento me sorprende tanto que
me acerco a uno de ellos, para conocerlos mejor. Lo miro a los ojos y
veo una gran nitidez en su mirada. Me deja atónito y se me come las
palabras, hasta que me caigo ridículamente al suelo, para
despertarme sobre la cubierta del barco, rodeado de todos mis seres
queridos. Ellos ni se inmutan, simplemente me sonríen y asienten con
la cabeza, y tu me guiñas el ojo des de la playa.
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