martes, 20 de octubre de 2015

Isla desierta

Puedo distinguir tu silueta en medio del camino. Sigues indecisa. Que dirección debes tomar te preguntas. Tu orgullo sigue intacto, o quizás se está degradando con el paso del tiempo? Tu corazón se abre, hasta descubrir
toda clase de sentimientos diferentes que te permiten comprender a todos los que te rodean.
Puedes sentir compasión, y eres capaz de llorar, de imaginar el dolor que sienten tus seres queridos, y también el de tus enemigos. Este hecho te impacta tanto, que eres incapaz de hablar durante unos minutos. Te das cuenta que a veces las palabras pueden herir más que un cuchillo afilado.
Así que se me acercas, tomas mi mano me miras a los ojos, y me pides perdón.
Tengo un buen recuerdo tuyo guardado en mi bolsillo. Antes de volver a casa lo voy a enterrar en nuestro lugar secreto. Cavaré un hoyo en la arena, y arrojaré todas las cartas que te escribí durante los cálidos días de lluvia. Subo al último velero que sale del puerto para apagar el Sol, y encender la luna, mientras escribo todos aquellos poemas que fui incapaz de enviarte.
Escapo lentamente, la hoguera que encendí en la playa se apaga, y tu sombra se desvanece debajo la oscuridad.

Disfruto de la soledad, y de la tranquilidad del momento. Las olas golpean suavemente el barco, y la luz de la noche ilumina mi silueta estática encima de la cubierta. Caigo en un sueño profundo, que me lleva de viaje a un lugar increíble. A una isla desierta, llena de personas que se preocupan por mi, y me cuidan en los malos momentos. Me siento bien con cada uno de ellos, aunque sean tan diferentes los unos de los otros. Lo que más me sorprende es que sus miradas son tan sinceras, y confían en mí, haga lo que haga. No entiendo como pueden ser tan optimistas. Su comportamiento me sorprende tanto que me acerco a uno de ellos, para conocerlos mejor. Lo miro a los ojos y veo una gran nitidez en su mirada. Me deja atónito y se me come las palabras, hasta que me caigo ridículamente al suelo, para despertarme sobre la cubierta del barco, rodeado de todos mis seres queridos. Ellos ni se inmutan, simplemente me sonríen y asienten con la cabeza, y tu me guiñas el ojo des de la playa. 

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