martes, 27 de octubre de 2015

Cristales rotos

Llevo años intentando romper el espejo en que me reflejo. Destruir la barrera que separa la racionabilidad de mis emociones. Escuchar el sonido de la autocompasión, sin echarse atrás. Es simplemente un acto de voluntad, así que me armo de valor y empuño el martillo que hay apoyado en la pared, para blandir lo contra el espejo, hasta hacerlo pedazos. Olvidar todas mis antiguas memorias, y reescribir una nueva historia, con un final distinto, quizás inesperado.
El acto de destruir el espejo, me produce un enorme desgaste, y puedo sentir como mi energía es escasa, y mi ánimo baja lentamente. Algunas cosas que sigo sin comprender, y una enorme tristeza en lo más profundo de mi corazón.
Y súbitamente rompo a llorar, sin motivo alguno. Siento como algo empieza a cambiar en mi interior. Quizás esté madurando, o es que mi alma sufre una extraña metamorfosis, que me purifica. Sea lo que sea, me hace sentir inquieto.
Mi mano derecha se retira del suelo rápidamente al sentir un terrible dolor. Me he cortado con uno de los cristales rotos que yacen sobre los azulejos de mi habitación.
Me doy cuenta que cada uno de los cristales rotos del suelo no son vidrios cualquiera. Son todas aquellas cosas que me echaban atrás,mis inseguridades y todos mis miedos.
Supongo que ahora me siento vacío sin ellos, formaban parte de mi personalidad, pero me impedían ser feliz.
Ahora me puedo levantar del suelo sin titubear y desparecer dentro de mi mismo. Crecer y aprender a vivir. Mi corazón se sensibiliza con el mundo exterior, y es capaz de sentir dolor y tristeza, distinguir amor de odio.


Así que cruzo la habitación a ciegas sin encender la luz, y escapo por la ventana. Hoy se puede presenciar una preciosa lluvia de estrellas des de mi tejado, así que me limito a contemplar el espectáculo que nos ofrece la naturaleza, mientras todos los cristales rotos del suelo de la habitación se juntan para transformarse en una estrella y perderse en el cielo en busca de otro dueño.

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