Voy
a escribir este último poema, con los latidos de mi corazón. El
sonido del viento alimenta mi imaginación. Una puesta de Sol, que
cae sobre nuestras sombras, y una mirada que atraviesa mi alma
solitaria.
La
riqueza de este momento, atrapada dentro de mi propio sueño.
Explorando un nuevo camino, te encuentro desnuda sobre la nieve. Eres
incapaz de sentir el frío en tu corazón. Tu poder interior calienta
tu cuerpo, así que me invitas a liberar mi alma junto a ti. Cuantas
noches tendré que luchar contra mis fantasmas, para olvidar dónde
me encuentro, aplazar mis miedos y dejarme llevar por la corriente
que fluye en mi interior.
Me voy despojando de mis prendas hasta quedarme completamente desnudo
a tu lado, el frío que sentía hace unos minutos se va desvaneciendo
con cada uno de nuestros suspiros. Nuestras manos se unen y nuestros
ojos se cierran. Puedo sentir como nuestros sueños se congregan
hasta unificarse.
Los
ángeles vuelan al final de nuestro sueño, y el Sol derrite la nieve
incrustada en nuestros pies. El mundo real desaparece y todo lo que
nos rodea se convierte en fantasía. Beso, tus mejillas con suavidad,
hasta que te sonrojas y me miras fijamente. Y susurro tu nombre al
viento, para que retumbe por todo el valle. Siento como la libertad
resuena junto a nuestros corazones. Nuestros latidos escriben una
historia de amor imposible en la roca más alta de la cordillera.
Nos
levantamos y nos dirigimos hacia nuestro sueño. Debemos llegar antes
de que anochezca, para iluminarlo con la luz del Sol.
Después
de una larga ascensión conseguimos llegar a la roca antes del anochecer. Empezamos a leer en voz alta los dos a la vez. A
medida que el sueño avanza, la brillantez de nuestros ojos va
aumentando. Cuando llegamos al final sonreímos los dos y cruzamos
nuestras miradas, hasta que se convierte en realidad.
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