El
Sol, pierde su sonrisa, y nuestros pasos se alinean bajo la oscuridad
de un día gris. Tantos días sin andar, nos adormecen los pies.
Tanto por construir, y las heridas de nuestras manos, siguen sin
curarse.
Un
cuento, se transcribe, y nuestros recuerdos se convierten en
ilusiones, escondidas dentro un cofre de oro, enterrado bajo el mar.
Una
gaviota imita el sonido de las olas, y nuestras almas, vuelan más
alto que el viento. Veo toda mi vida reflejada en el Sol, y una
imagen en blanco y negro que tiñe nuestras sucias pestañas.
Averiguas
que la vida no es tan fácil cómo parecía, que tienes que luchar
por todo aquello que anhelas. A veces es necesario tomar un respiro,
para sentar nuestra cabeza, en el suelo, y volver a mirar el mundo,
con temor, para recordar las dificultades que te puede presentar el
camino. Pero debes procurar que el respiro no sea demasiado largo,
porque después llega un momento, en que te atemorizas demasiado, y
te duermes bajo la arena
Si
busco la dirección correcta de mi corazón dentro de mi pecho, mi
cerebro pierde el norte. Quizás los que afirmaron que eramos unos
locos, hechos para vivir sin ningún hogar, siguiendo solo las reglas
de la misma naturaleza estuvieran en lo cierto.
Somos
los típicos que no creemos en el destino, que nos limitamos a
improvisar nuestros actos, inventar nuestros sueños, y imaginar
nuestros objetivos. Quizás la creatividad nos salve de la monotonía
de la vida en colectividad, quizás nos permita observar la sociedad
de una forma más original.
Dibujar
todos nuestros estereotipos, para reírnos de nuestra estupidez,
tanta simplicidad a nuestro lado, para que cuatro locos,
descerebrados, nos hagan creer que la vida es demasiado compleja para
vivir la a nuestra manera.
Todo
cambia a mi alrededor, y yo sigo leyendo mis viejos poemas,
desgastados de vivir dentro de mi corazón oxidado, que lentamente se
va fundiendo, con el calor de los abrazos insignificantes y las
miradas sin sentido. Deja que tu odio muera junto a tus antiguas
preguntas que siguen sin resolverse. Deja que tu alma crezca, junto
con la llama que enciende tus ojos cada día que te levantas, y que
cura todas las heridas de tus manos, te da la energía, que te
permite volar tan alto como para olvidar tu propio nombre y construir
tu castillo en la Luna, y observar tranquilamente como una multitud
de locos, se apresuran a desenterrar un pobre chico que se quedó
demasiado tiempo dormido bajo la arena.
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