sábado, 3 de enero de 2015

El cubo magnético

Llega un momento en que nuestras sonrisas se escapan con el viento. Y nos convertimos en pasajeros de nuestros sueños. Se cruzan nuestros caminos, sin intercambiar ni una sola mirada. Es tan duro resistir esto que necesitamos un refugio dónde sanar nuestro profundo dolor emocional.
Si consigues adivinar la dirección en que sopla mi vida, puede que tomes de nuevo el rumbo de nuestro barco sin vela, perdido en medio del océano.
Planearemos un viaje sin retorno, para recuperar nuestra visión nocturna. Dónde crece la oscuridad, se desarrollan historias sin fin, allí nos sentiremos a salvo, y desataremos todos los nudos de nuestro cuerpo para sentir el calor del Sol más profundamente.
Es un recorrido duro y inseguro. Somos tan incapaces de sentir la ilusión en nuestros corazones que no nos damos cuenta de las marcas de nuestros pies en el camino.
Las alas que vuelan sin sentido, y las ruedas que giran en dirección contraria. Un montón de factores que nos hacen tambalear y perder el equilibrio. Nuestras posesiones se hunden en el suelo. Cavando tan hondo como sea necesario para caer en el olvido.
Un aleteo de mariposa es suficiente para desaparecer dentro de ti mismo, y evadir la línea espacio tiempo. Superar todas estas irregularidades que la vida nos propone y ser capaz de dejar la mente en blanco, sentirse dentro de un cubo magnético, y reflexionar sobre la existencia humana.
Todas esas cosas que te parecían imposibles, tienen otro color dentro de esta habitación. Es solo cuestión de tiempo que superes el miedo que protegía tus intenciones, y busques un nuevo lugar dónde respirar, alguna parte dónde gritar de nuevo, y poder sentir como tu Dios vuelve a cantar por la ventana.
 




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