lunes, 2 de junio de 2014

TIC TAC: QUE GIRE LA RULETA

1,2,3... La ruleta empieza a girar. Una manada de cuervos pasa por delante de mis ojos, mientras oigo la cuenta atrás en mi mente. Elijo un color para mis ojos, elijo mi pelo. Me olvido de mis recuerdos y dejo el miedo sobre la mesilla de noche. El juego ha comenzado, y la vida pierde todo su sentido.
Todo aquello que elegí: mi pareja, mi casa, mis amigos, mis mascotas y mi familia se desvanece en una cálida nube de sueños románticos.
Yo solo frente al mundo, desafiando la ley del tiempo. Tic tac, el reloj ya suena en mi pecho. Es el pulso del destino que alimenta mi aliento y da fuerza a mis piernas.
Me paro para a olvidar todos los fotogramas que perturbaron mi vida, me desnudo, y le expongo mi cuerpo al sol.
Elijo una canción para este momento, y 4 versos que lleven la paz a mi mente, y abracen mi cerebro para que crezca como un joven árbol en la selva de la sabiduría.
Elijo un camino, que me desvié de la soledad y el olvido, mis pies andan firmes, notando el cálido tacto de la arena en la punta de los dedos.
Me siento junto al río, para escuchar sus últimos consejos, y ver como mi mente se sumerge debajo de su agua.
Tomo una foto, para recordar este dulce instante. Un único árbol, que resalta en el campo de tulipanes, junto el abismo con un largo y alto columpio, que te permite tirar-te por el precipicio un momento y volver a la realidad al instante.
Las nubes dibujan una sonrisa en el cielo rojizo, y los pájaros vuelven de sus aventuras africanas.
Por ultimo quiero el elemento más especial de este lugar. Un objeto que con solo recordarlo pueda volver a oler este lugar, y me permita oír el sonido suave de este viento en mis oídos. Lo busco por todas partes, cuando de repente miro mi mano. Una carta? El tres de diamantes?
De golpe me despierto en una mesa del Casino Bellagio de Las Vegas. Con un traje blanco, y un terrible hedor a alcohol. Con un billete de 100 dólares en la mano izquierda y la carta del tres de diamantes en mi mano derecha, mi amuleto de la suerte, o mejor dicho esta noche de la mala suerte.
Delante mío gira la gran ruleta. Poco a poco va perdiendo velocidad, hasta pararse en el número 18.
A mi lado un hombre gordo, con un puro consumiéndose en sus labios me mira y me dice: Lo siento chico pero hoy no ha sido tu día.

Me levanto de la mesa tambaleándome, busco en mi bolsillo las llaves de mi Porsche para irme a casa, y de repente recuerdo que esta noche he apostado toda mi fortuna en esta última tirada, y lo he perdido todo. Pero súbitamente me vuelvo a encontrar con esta carta en mi mano: el tres de diamantes. Que curioso. La miro y fijamente, y... Tic tac tic tac, la ruleta vuelve a girar y la carta se convierte en el árbol solitario en el campo de tulipanes, y yo estoy sentado en el columpio al ritmo del viento disfrutando de las vistas del infinito.  

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