martes, 10 de junio de 2014

Mis Botas

Un ser extraño se apoderado de mi corazón. No sé si se llama Satanás o Gabriel. Trato de hablar con él pero parece que no puede escuchar mis palabras.
Tomaré un bote de pintura de mi armario y le escribiré mis cuentos en el espejo, haber si cuando se vea reflejado en el es capaz de leer mi historia.
Parece que sabe leer... porque de repente no lo oigo, mi corazón vuelve a estar vacío. A mi lado reina una incomoda tranquilidad.
Me levanto de la silla, y me dirijo a mi armario, dónde guardo las viejas botas que me regalo el abuelo para mi decimosexto aniversario, que buenos recuerdos que me traen... Maldición han desaparecido. Pero a mi izquierda puedo distinguir sus huellas, que salen de mi habitación, y bajan por las escaleras, para salir al jardín, y plantarse delante del viejo álamo. Allí termina su rastro.
Un rayo de sol, intimida mi mirada, que se desvía hacia al cielo. Puedo distinguir mis viejas botas colgadas de la rama más elevada del álamo. Me voy a buscar una escalera en el garaje, y cuando vuelvo las botas han desaparecido. Suena música en la calle, que diluye el Sol, y despierta los pájaros. Un gato negro debajo un coche se sobresalta, en descubrir mis botas puestas en sus pies. Pero parece sentirse bien con ellas, o eso es lo que parece decir su siguiente mirada.
Me acerco lentamente al coche para no asustarlo, y cuando estoy lo suficientemente cerca, lo llamo, para que se me acerque. Pero solo consigo que se levante con las botas puestas, y empiece un lento desfile hacia la casa vecina.
Lo sigo sigilosamente, hasta que se para en la puerta, y con mucha delicadeza y estilo se quita las botas, las deja junto a la puerta, y entra a la casa por la gatera.
Me acerco a ellas, y cuando estoy delante alargo la mano para cogerlas. Pero me caigo de bruces al suelo. Y las botas ya no están ahí. Me levanto dolido, y me vuelvo decepcionado a mi habitación. Me tiro en la cama y sin saber porque empiezo a llorar, hasta caerme de cama. No entiendo que me está pasando, es que me estoy volviendo loco de repente? Y de golpe veo las botas debajo de mi cama. Nuevas, como el día que el abuelo me las regalo.
En ese momento mis ojos se iluminan, y recuerdan el primer día que empece a andar de la mano del abuelo, aquellas tarde en el río escuchando las historias del abuelo que tanto me gustaban, o aquella primera canción con la guitarra queme enseñó el abuelo. Que recuerdos...
Vuelvo a sentir este curioso ser extraño en mi corazón. Pero ahora ya no es tan extraño, sé que no se llama ni Satanás ni Gabriel, y creo que lo conozco mejor que cualquier persona de la Tierra.
Creo que le voy a contar una de mis historias favoritas que habla sobre un chico de 18 años, que se va a pescar con su abuelo.

Parece ser que la historia le esta gustando, porque como mas va avanzando la trama, más lleno se siente mi corazón.  

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