domingo, 16 de abril de 2017

Un hombre entre las sombras

El aullido de un lobo rompe el silencio de la noche. El cielo està repleto de estrellas, y el eco del latido de mi corazón resuena en las profundidades del bosque. La oscuridad, me obliga a imaginarme un sendero, que cruza toda la frondosa vegetación. Ahora soy infiel a mis instintos, e incluso pongo en duda algunos de mis principios.
La eufória es lo único que me hace avanzar. Firme y derecho.
No queda nadie más, soy el último superviviente, y tengo que cuidarme solo. Me muevo sigilosamente, y mis pies andan acordes con la vida que hay debajo el suelo. Están conectados con el calor que desprende la tierra, e incluso permito que algún insecto diminuto, se monte a mi dedo gordo y me acompañe en esta última aventura.
Ahora que soy el último humano, puedo fijarme en toda la flora y la fauna, todos los otros seres vivos que ocupan este mundo.
Cuánta sabiduría me rodea. El resto de habitantes de este planeta, trabajan como un equipo, para conseguir un bien común, no entienden de odio,traiciones ni venganzas. Si los hombres nos hubiéramos fijado en ellos, quizás nos encontraríamos en otro punto.  
Disfruto del placer de no escuchar palabras vacías y sin significado, y mi mente se pierde en el sonido de los grillos cantar y el agua del río caer por una cascada.
La luna es mi única luz, ya estoy harto de tanta iluminación artificial, en estos malditos edificios dónde tendemos a congregarnos y encerrarnos con nuestras cavilaciones y ambiciones.
Una gran energía recorre mi cuerpo, necesito compartir todo esto con alguien. Miro a mi alrededor, y veo algunas sombras humanas merodeando, por el entorno, son como fantasmas, siempre andan en línea recta, y no se dan de bruces contra las paredes porque, el primero de la fila, se aparta siempre a tiempo del peligro. Escojo una sombra de la parte de atrás de la multitud, y la golpeo en la cabeza. Veo como el espectro detiene su marcha y me mira con incredulidad. Está asustado. Le doy la mano, y le conduzco por mi camino entre la oscuridad, le muestro todo lo que no puede ver allí detrás, siguiendo los pasos de los demàs. Comprende el mundo animal y el resto de la naturaleza, y se emociona. Rompe a llorar, y se descompone en mil pedazos, hasta volver a tener forma de humano. Es una chica joven muy guapa, las lágrimas caen por sus mejillas. Está muy emocionada con el mundo que restaba invisble a la vista de las sombras. Deja mi mano y se va corriendo hasta un árbol de los que nos cobija y lo abraza con todas sus fuerzas, al mismo tiempo que extiende su falanges al máximo para poder tocar las hormigas que corren por el tronco. Yo que aún conservo mi energía, corro hacía ella, y abrazo el árbol por la otra mitad, consiguiendo que nuestras manos consituyan un círculo perfecto alrededor del tronco. Compartimos nuestra energía, con otro ser vivo diferente a nosotros, hasta que la oscuridad se diluye por completo, el Sol aparece en el Este y nos muestra nuestro camino hacia casa.

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