domingo, 23 de abril de 2017

Los esclavos del tiempo

Miro el reloj, y veo como las agujas se mueven regularmente hacia la derecha. Los segundos pasan y la gravedad sostiene mis sueños en el universo infinito. No están siempre allí, sino que viajan por la galaxia en forma de meteorito, hasta que se estrellan contra algo y se desvanecen para siempre. Algunos de estos sueños pero van creciendo con el tiempo, hasta convertirse en satélites que giran alrededor del Sol. Brillan con intensidad y se alimentan de la energía que desprende el gran astro.
Me acuerdo de cuando todavía era un niño, y aún no conocía el peligro ni el fracaso. Mi corazón latía desbocado aunque no tuviera hogar. Descubría el mundo con la locura suficiente para sobrevivir. Corría por carreteras vírgenes y me construía mis cabañas en el bosque, con unas cuantas ramas y troncos.  
El reloj sigue en mi mano, el tiempo no se detiene. Veo como todos están pendientes de él. Controla sus vidas, incluso exprime muchas de ellas. Viven en una enfermiza rutina.
Hoy todo es diferente, ese tren que siempre llevaba a todo su ejército de esclavos, se retrasa provocando su impaciencia y lamentaciones.
Llega diez minutos más tarde de lo habitual y algunos de ellos, van a quejarse al maquinista, pero él los ignora. Luego todos suben al tren y se sumergen en su mundo, con sus dispositivos electrónicos, ignorando todo lo que se encuentran en este trayecto que han repetido tantas veces.
Pero hoy ocurre algo imprevisto. Los celulares y reproductores de música no funcionan y el tren no se mueve, está parado en la estación. Uno de los pasajeros se levanta cabreado con la intención de salir y obligar al maquinista a arrancar el tren, pero todas las puertas están bloqueadas. Muchos se desesperan y empiezan a renegar, otros dan golpes a las paredes o a los cristales, pero ninguno de ellos consigue nada.
Finalmente uno de los pasajeros se levanta, mira por la ventana y observa un enorme nido de águilas en el techo de la estación. Avisa a los demás y todos se levantan para ver aquella maravilla. Pueden presenciar el nacimiento de las crías, como las madres las alimentan hasta que se hacen mayores, crecen y vuelan del nido para descubrir mundo.
Cuando todo esto termina, el tren arranca. Ha pasado ya mucho tiempo desde que subieron a él, y todos llegan tarde a sus compromisos, pero que importa, lanzan todos los dispositivos electrónicos por la ventana y pegan sus ojos en los cristales del vagón, alucinando con las cosas que ocurren durante el trayecto, en este mundo que creían conocer a la perfección.
Vuelven a ser como niños curiosos con todo lo que los rodea, y agarrando los sueños que todavía no se han desvanecido que giran alrededor del Sol, impacientes para ser capturados.

domingo, 16 de abril de 2017

Un hombre entre las sombras

El aullido de un lobo rompe el silencio de la noche. El cielo està repleto de estrellas, y el eco del latido de mi corazón resuena en las profundidades del bosque. La oscuridad, me obliga a imaginarme un sendero, que cruza toda la frondosa vegetación. Ahora soy infiel a mis instintos, e incluso pongo en duda algunos de mis principios.
La eufória es lo único que me hace avanzar. Firme y derecho.
No queda nadie más, soy el último superviviente, y tengo que cuidarme solo. Me muevo sigilosamente, y mis pies andan acordes con la vida que hay debajo el suelo. Están conectados con el calor que desprende la tierra, e incluso permito que algún insecto diminuto, se monte a mi dedo gordo y me acompañe en esta última aventura.
Ahora que soy el último humano, puedo fijarme en toda la flora y la fauna, todos los otros seres vivos que ocupan este mundo.
Cuánta sabiduría me rodea. El resto de habitantes de este planeta, trabajan como un equipo, para conseguir un bien común, no entienden de odio,traiciones ni venganzas. Si los hombres nos hubiéramos fijado en ellos, quizás nos encontraríamos en otro punto.  
Disfruto del placer de no escuchar palabras vacías y sin significado, y mi mente se pierde en el sonido de los grillos cantar y el agua del río caer por una cascada.
La luna es mi única luz, ya estoy harto de tanta iluminación artificial, en estos malditos edificios dónde tendemos a congregarnos y encerrarnos con nuestras cavilaciones y ambiciones.
Una gran energía recorre mi cuerpo, necesito compartir todo esto con alguien. Miro a mi alrededor, y veo algunas sombras humanas merodeando, por el entorno, son como fantasmas, siempre andan en línea recta, y no se dan de bruces contra las paredes porque, el primero de la fila, se aparta siempre a tiempo del peligro. Escojo una sombra de la parte de atrás de la multitud, y la golpeo en la cabeza. Veo como el espectro detiene su marcha y me mira con incredulidad. Está asustado. Le doy la mano, y le conduzco por mi camino entre la oscuridad, le muestro todo lo que no puede ver allí detrás, siguiendo los pasos de los demàs. Comprende el mundo animal y el resto de la naturaleza, y se emociona. Rompe a llorar, y se descompone en mil pedazos, hasta volver a tener forma de humano. Es una chica joven muy guapa, las lágrimas caen por sus mejillas. Está muy emocionada con el mundo que restaba invisble a la vista de las sombras. Deja mi mano y se va corriendo hasta un árbol de los que nos cobija y lo abraza con todas sus fuerzas, al mismo tiempo que extiende su falanges al máximo para poder tocar las hormigas que corren por el tronco. Yo que aún conservo mi energía, corro hacía ella, y abrazo el árbol por la otra mitad, consiguiendo que nuestras manos consituyan un círculo perfecto alrededor del tronco. Compartimos nuestra energía, con otro ser vivo diferente a nosotros, hasta que la oscuridad se diluye por completo, el Sol aparece en el Este y nos muestra nuestro camino hacia casa.

martes, 4 de abril de 2017

El planeta Tierra

Te das cuenta de los años que han pasado ya? De todos los pasos que has dado, y las noches que nos hemos reído de nuestra propia seriedad. Me vuelvo a emocionar, y noto un ligero hormigueo en el estómago. Apago el último cigarrillo que me quedaba, dejando que el humo habite mi entorno durante unos segundos, y se consuma con el resplandor de las luces rojas que brillan en el techo.
Una telaraña escribe algo indescifrable en la pared de mi habitación. Puedo oler mi propio miedo, y sigo un poco alterado debido a las circunstancias que nos han llevado a encerrarnos aquí.
Quería estar solo esta noche, olvidarme del mundo real y vivir de nuevo en mi querido espacio imaginario, pero otra vez apareciste tu. Me pillaste por sorpresa, y me volviste a seducir.
Soplas a mi oreja con suavidad, para que me levante, pero hoy me siento terriblemente perezoso, voy a descansar un poco más, hasta que vuelva a caer la noche, y mutar como un hombre lobo debajo la luna. La oscuridad y la soledad agudizan mis sentidos. Aprendo a guiarme por mis instintos más animales, y dejo de lado la racionalidad humana, que a veces me hace actuar como un ser estúpido y dependiente. Profundizo mi improvisación, y juego al son de las estrellas que cabalgan por las carreteras de esta noche tan especial, en que el silencio le ha ganado la batalla a todas las voces que sonaban detrás de mis orejas.
El viento distrae mi atención, cuando cruza mi camino en busca de un significado. Quiere encontrar algo real y verídico, que no se arrodille delante de la belleza material, y que posea una gran personalidad para sobrevivir en este mundo que ha perdido el sentido.  
De repente me doy cuenta que me estoy moviendo en círculos y que me encuentro dentro de una esfera. Distingo los océanos y los continentes, estoy dentro del Planeta Tierra, y aún no me había dado cuenta. Contemplo su belleza y escucho sus latidos acordes con mi respiración. Avanzo un poco más hasta llegar a la arena de la playa más cercana, me tumbo sobre ella, y deslizo mis manos por la superficie mojada, con mucha cura. Aprecio un gran placer en mi interior, como si alguien también me estuviera acariciando a mí. En este momento veo como el viento se detiene de golpe, y cambia de dirección, viene hacia mí, me rodea y me deja flotando en el espacio, se me acerca con cuidado, y lentamente entra por mi nariz, me relaja tanto que noto como si unos hilos invisibles me conectaran con cada uno de los elementos de la Tierra, puedo comprender el funcionamiento de nuestro planeta, y me siento como una parte de él.