lunes, 18 de enero de 2016

El nuevo rey


Puedes seguir tu propio instinto, antes de cruzarte con el diablo. Mirar la oscuridad a los ojos, y señalar tus objetivos sin titubear. Corres detrás del viento sin motivo alguno, pero te sientes libre.
Una gaviota planea cerca de la costa y el Sol se pone temprano.
Entonando una nueva canción al ritmo de las olas golpeando las rocas crecemos y aprendemos a querer a quien se lo merece.
Tocamos el fondo del mar con la nariz y jugamos con los delfines antes del anochecer, así nos damos cuenta que la vida es más simple de lo que parece, y que las pequeñas cosas son las que nos mantienen vivos.
Todo fluye, cuando las emociones suben a la superficie y la ilusión saca la cabeza detrás del acantilado.
Parpadea y pide un deseo, espera el señal del universo y sigue la luz de las estrellas con tu mirada.
Capaz de vivir sin ataduras me desnudo sobre la arena, y le grito palabras sin sentido a la noche.
No voy a rendirme tan temprano, sólo me limito a disfrutar este momento conmigo mismo.
Quizás perdí el norte hace ya mucho tiempo y ahora ande sin rumbo, buscando la última gota de imaginación que reside en mi cerebro.
El rey muere dentro de mi corazón, y la reina desolada por la pérdida quema su trono. El pequeño príncipe se arma de valor y con sus propias manos empieza a construir su reino. Con pedazos de cartón y un poco de madera consigue fabricarse un trono nuevo. Entierra todo el tesoro de su padre y planta un pequeño olivo. De su sombrero saca una paloma blanca que se sitúa en las ramas del árbol, corta unas cuantas hojas,  alza el vuelo y las esparce por todo el reino.

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