viernes, 23 de noviembre de 2018

La canción más bonita del mundo

Hoy me levanté tan inspirado, que decidí subir a lo más alto de la ciudad, a La Colina del Viento, desde donde nada pasa desapercibido. Allí se escuchan todos los sonidos, y se descubren los secretos más recónditos. La multitud se mueve en cámara lenta, al ritmo del viento.

Cierro los ojos, y me abandono a mis emociones. Dejo que salgan. Tristeza, dolor, las dudas, frustración… se van sin hacer ruido. Cada una de ellas vuela hacia lo más alto,  hasta chocar con las últimas estrellas que todavía quedan en el cielo, provocando una pequeña explosión que se mezcla con los primeros compases del día.

Alguien se acerca y se sienta a mi lado, rompiendo la armonía del momento. Abro los ojos sobresaltado, e inspecciono el entorno. Una pequeña sombra se ha puesto a mi lado. Está inmóvil. Yo me levanto angustiado con intención de alejarme, pero ella me sigue.

La miro fijamente, le grito que se vaya y que me deje en paz. Pero hace caso omiso a mis palabras. Parece decidida a acompañarme hasta el fin del mundo.

¡Maldita sea!, ¿Por qué tenía que aparecer justo hoy, que estoy tan inspirado? No consigo quitarmela de encima, de modo que vuelvo a sentarme en el acantilado. Ella se sienta junto a mí. Respiro hondo, y me imita. Luego cierro los ojos, con la esperanza que cuando vuelva a abrirlos, haya desaparecido.

El viento sopla con suavidad cerca de mí, y trato que el resto de emociones negativas se consuman junto con los últimos alientos de la noche.

No obstante, el sonido de su respiración desbocada me distrae. - ¿Qué le pasará? ¿Estará nerviosa? -

Voy analizando los sentimientos que aún merodean por mi interior. Tengo una sensación extraña, como si faltara una parte de mí.

Abro los ojos, y la veo más cerca de mí. Tiembla. Está asustada. Sabe que me quiero desprender de ella.

Después lo entiendo todo. Ella es mi soledad, y forma parte de mí. Juntos hemos recorrido muchos caminos, nos queremos a nuestra manera sin embargo nos respetamos, y los dos sabemos que sin el otro, no podemos llegar a nuestro estado de máxima plenitud. Se ha enterado que me quería librar de ella sin avisarle, y ahora está molesta y asustada. ¿A dónde iría?

Por poco me olvido de todas las canciones que escribimos, de los libros que leímos, y de las noches en que disfrutamos juntos descubriendo nuevos estilos de música. Se ha convertido en una de mis mejores amigas.

Me la miro fijamente, le pido disculpas de corazón, y le ruego que vuelva a entrar. Me mira incrédula, no me cree. Piensa que se la estoy jugando. La convenzo, explicándole que tengo una idea, para una nueva canción que romperá todas las listas de éxito internacionales, pero que la necesito junto a mí para escribirla. Le tiendo la mano, cierro los ojos y siento como vuelve a entrar por mi nariz.

No queda rastro de la noche, el Sol brilla con fuerza sobre mí.

Ahora que me he reconciliado con mis emociones, es hora de volver a casa, y escribir la canción más bonita del mundo.