martes, 2 de mayo de 2017

Xiuhú

Me despierta la primera luz del día, entrando por mi ventana sin pedir permiso. Tengo el vago recuerdo de una noche loca por estos antros de la ciudad. Es que siempre voy a perder el control de esta forma?
Miro a mi alrededor, y todo sigue en el mismo sitio. Vivo en un entorno rutinario, para contrarrestar el bullicio y el estrés de mi vida.
Detengo mi mirada en la ventana. Un pequeño pájaro azul, se ha infiltrado en mi habitación junto con los primeros rayos del Sol. Me observa con atención, desde su rincón. Escucho su respiración nerviosa. Nunca permito que nadie entre en mi cuarto. Es mi templo sagrado. Pero con él hago una excepción. Parece tan inofensivo.
Le pongo el nombre de Xiuhú.  A la tercera vez de pronunciarlo, ya lo identifica y vuela hacía para acercarse un poquito más.
Yo no tengo muchos amigos, y prefiero mantener las distancias con los desconocidos, pero Xiuhú… él no parece de estos que te rompen el corazón. Creo que es de fiar.
El viento sopla con fuerza, haciendo bailar los adormecidos árboles. Se acerca una tormenta. Lo presiento porque Xiuhú está nervioso e inquieto. Anda despacio hacia mis pies, y se acurruca delante mío. Tiene miedo y quiere que lo proteja.
Me siento desarmado, estoy empezando a a encariñarme de él, ha roto mi armadura. Me había prometido a mí mismo que no dejaría que nadie más conquistara mi corazón. Me ha debilitado.
Lo voy a tomar con delicadeza, y lo devolveré al exterior. Pero no puedo, me mira con esos ojos de bondad y vulnerabilidad, que solo puedo acotarme y acariciar su precioso plumaje azul.
Me susurra algo indescifrable al oído, creo que es su canto de agradecimiento.
Por un momento olvido mi odio contra el mundo, y me concentro en este maravilloso ser que tengo entre mis manos.
Deslizo mis dedos por su plumaje con tanta suavidad que acaba durmiéndose. Sus ronquidos, me relajan tanto, que tengo que cerrar los ojos para sentir aquel momento con total plenitud.
No sé cuanto tiempo pasa hasta que vuelvo a abrir los ojos, pero advierto que Xiuhú ya no se encuentra en la habitación. El único rastro que hay de él, es una pluma azul en el suelo.
Me preocupo, y miro por la ventana, pero no aparece. Trato de imitar su canto y llamo la atención de unos cuantos pájaros, pero ninguno de ellos es él. Cuando llega la noche veo un pequeño resplandor que se acerca a mi ventana y se posiciona en la repisa, con un canto alegre. Xiuhú está de vuelta.